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La práctica de Yoga en Otoño

En Otoño las noches se alargan y los días se acortan. Nuestro cuerpo y nuestra mente nota el cambio. Hay menos horas de luz, hace frío y las lluvias hacen que queramos refugiarnos. Esto mismo es lo que hace la naturaleza; empieza a resguardarse y prepararse para el invierno.

En este periodo de transición es importante que escuchemos y que adaptemos la práctica de yoga al otoño.

1. Respeta y maneja tu nivel de energía

Lo natural ahora sería que aflojáramos el ritmo de trabajo, que pudiéramos pasar tiempo en calma y preparando el hogar para el invierno. El cambio brusco en las horas de luz que tenemos a diario afecta a nuestro sistema nervioso haciendo que nos dé la sensación de que estamos más cansados. Sin embargo, en nuestra sociedad, es justamente el otoño y el invierno cuando más trabajamos y los cursos escolares están a pleno rendimiento.

Al cuerpo le sigue sentando bien moverse, pero ponerse a practicar en casa después de largas horas de trabajo y con frío y oscuridad afuera puede que se nos haga poco apetecible. 

Haz prácticas que te permitan moverte con suavidad

Ahora es un gran momento para encender puntos de luz cálidos como velas o luces suaves. Ponte sobre la esterilla y sin pensarlo más escoge clases en las que puedas moverte en círculos, desentumecer las articulaciones, generar calor suavemente y deshacerte del frío.

Prioriza las clases cortas si no tienes tiempo. Todos sabemos que al principio cuesta, pero una vez hecho nos sentimos muchísimo mejor. No lo pierdas. No te robes ese cuidado.

2. Observa y cuida tu nutrición

Mantener un nivel de energía óptimo es sentirse ligero, tranquilo y descansado. Si nos sentimos pesados, tristes o agotados es símbolo de que no estamos digiriendo con tiempo y calma todo lo que recibimos en el día a día. Estamos expuestos a muchos estímulos que pueden hacer que nuestro estado de ánimo se vea afectado.

Observa lo que comes y cómo te sienta. Escoge comidas cálidas que no necesiten mucho tiempo de digestión. Así no tendrás que hacer uso de energía extraordinaria.

No nos alimentamos solo de lo que comemos

Observa también las conversaciones que tienes, las compañías que escoges, los programas que ves, lo que piensas y la cantidad de horas que pasas cerca de la electrónica. Observa cómo te afecta cada una de esas cosas. Si te hacen sentir alegre, si disfrutas de inspiración, si sientes satisfacción o te hacen sentir pesadez, juicio o poco valioso. Escoge calidad antes que cantidad. Y al acabar el día date cinco minutos de digestión.

Este es un gran momento para aprender poco a poco a meditar. Puedes escoger clases guiadas que te den calma. Tomarse diez o quince minutos al día para cerrar los ojos y dejar que las revoluciones desciendan es de gran ayuda. Puedes hacerlo en el metro, en un descanso del trabajo, al llegar a casa o antes de ir a la cama. Puede ser en el coche con la radio y el móvil apagados. Hazlo sencillo, tal vez en el baño al lavarte los dientes antes de irte a dormir o sobre tu cama.

Cultiva el silencio. Cuanto más lo hagas te darás cuenta de cómo todo lo accesorio empieza a difuminarse. Contrarresta las horas de ruido con unos instantes de absoluto silencio, sin expectativas.

3. Observa y cuida la naturaleza que te rodea

Estos ritmos y cambios se ven claramente en los árboles y plantas tanto como en el comportamiento de los animales en libertad. Nuestra historia nos ha llevado a vivir una vida muy centrada en las grandes ciudades desconectados de los ritmos naturales.

Sin embargo, estoy segura de que sabes que cuando sales a dar un paseo por la montaña o haces una escapada a la costa y pones los pies descalzos sobre la arena un rato, todo empieza a reestructurarse. El ritmo del corazón cambia, la forma en que respiramos, la activación muscular y el sistema nervioso. Parece que todo se afina y se pone acorde al momento vital.

Si puedes, aunque haga frío, aprovecha los rayos de sol. Abrígate, cierra los ojos y quédate en silencio al sol. Sal a pasear cerca de árboles, cambia el asfalto por terreno desigual y natural. Vence la pereza y date un horizonte sobre el que fijar la mirada un rato. Respira otros aires.

Recuerda esto. Ya vives en la naturaleza

Yoga en Asturias

Tienes acceso a la naturaleza constantemente. Tu cuerpo es el paisaje más rico que puedes observar. Masajéalo, muévelo, no lo dejes estanco. Saborea tu movimiento y escucha tu cuerpo.

Dedicarle tiempo al cuerpo es esencial. Nuestro cuerpo está hecho de cientos de articulaciones, músculos y visceras que dependen del movimiento para su correcto funcionamiento. La vida en sillas es altamente dañina pero sin embargo muchos tenemos que hacerlo para vivir.

Cuando llegues a casa, prioriza tu cuidado, tu salud. El cuerpo aguanta todo lo que le pedimos y lo hace en silencio, hasta que un día no pueda más y entonces llegan los dolores crónicos. Así que no esperes a eso. Cada día, durante diez minutos o veinte minutos, muévete de manera nutritiva y escucha lo que tu cuerpo necesita. Olvídate de las posturas de yoga complejas y avanzadas. Muévete con sentido.

Observa tu propio paisaje mental, físico y emocional. Conoce bien el paisaje en el que vives. Aprende a reconocer la tierra en la que vives para poder cuidarla como cuidas a los que más quieres.

2 comentarios en “La práctica de Yoga en Otoño”

  1. Me gusto mucho tu post. Gracias por compartir y brindarnos palabras de aliento y de conciencia plena para recordarnos .. Namaste ?

    1. Cris Aramburo

      Gracias Marcela, por leerlo y compartir con tus palabras así. Gracias por tomarte el tiempo para escribir y expresar. Espero que allá donde estés este post te ayude y acompañe tu práctica. Un abrazo enorme. Cris.

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