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Practicar yoga en Invierno

Practicar yoga en invierno es necesariamente diferente a practicar yoga en otros momentos del año. Los días son más cortos, el frío pide refugio y la postura corporal cambia. Hasta los alimentos que se cultivan en esta época del año tienen una carga nutricional diferente. El Invierno (en sentido literal o figurado) nos presenta una invitación diferente. Veamos cuál es.

Los mensajes del Invierno

Es importante que miremos a la naturaleza para entender estas ideas. Hoy, muchos de nosotros vivimos alejados de ella o en lugares en los que el paso de las estaciones es diferente. Pero no seamos tan literales, para agrandar nuestra mirada, entendamos los mensajes escondidos en estas enseñanzas

Este año he pasado dos meses en una zona muy fría del planeta donde la temperatura media rondaba los -12C grados bajo cero. En este lugar, todos los animales se mueven con sigilo y reina el silencio ya que cualquier ruido puede delatarte. Las aguas se congelan, las ardillas esconden la comida. Mientras parece que todo está dormido el principio que reina la vida es la voluntad de sobrevivir hasta que llegue la primavera.

Reconocer lo esencial. Dejar ir lo accesorio.

1. La búsqueda de lo esencial

El gran aprendizaje durante los meses de invierno tiene que ver con la voluntad. Entendemos voluntad como la capacidad de decidir con libertad lo que deseamos y lo que no. La propia intención y habilidad de poder discernir lo esencial de lo accesorio. La naturaleza en un invierno extremo es un canto a lo esencial.

Si queremos conocer nuestra esencia, lo más puro y crudo de quienes somos, es necesario que nos tomemos momentos de silencio, de soledad y de escucha. En vez de vivir hacia afuera, el invierno es una mirada hacia el interior.

Puede que de manera natural queramos pasar más tiempo a solas o en silencio. Por otro lado, también es posible que por diferentes condicionamientos, inconscientemente, evitemos esto generando actividades y encuentros que en realidad nos agoten.

Aprovecha estos meses para, sin más pretensión o expectativa, sentarte en silencio y quietud. Estas prácticas pueden aportarte el acompañamiento necesario.

2. No te estanques

El agua que se congela, deja de fluir. Se hace rígida, dura y se rompe. El invierno puede desequilibrar nuestra naturaleza y podemos tender a quedarnos demasiado quietos. Sé que a veces cuesta, pero no lo pienses mucho. Cultiva la voluntad de practicar y moverte a diario. Entiende estos momentos como lugares de cuidado, observación y reflexión.

Si vivimos en zonas en las que el invierno no se nota, podemos reconocer como a veces, nuestra propia energía o nuestro estado de ánimo se asemeja a estas cualidades.

Se estanca nuestra energía, nuestras emociones, nos paralizamos, nos agotamos, nos rompemos.

Para que esto no ocurra, busca prácticas que te permitan mover de manera nutritiva. Dedica 20 minutos a mover las articulaciones. Menos es más, no quieres agotarte, pero tampoco quedarte quieto. La práctica Despertar, movimiento nutritivo dura 20 minutos y tiene secuencias muy nutritivas para movilizar la espina dorsal de modo que recuperemos energía.

Cuerpo y mente necesitan movimiento para poder descansar. Mantén un buen equilibrio.

3. Que no se apague tu luz

Durante los meses de invierno es tan importante la oscuridad y la calma como mantener el fuego vivo. Si el fuego se

apaga, no habrá nada que despertar en primavera. La esencia de vida es esa luz que queremos mantener encendida hasta que llegue el calor.

Dedica parte de tus prácticas a elevar tu temperatura, a encender el fuego interno y evitar que se apague. De vez en cuando añade saltos en tus prácticas, presta atención a la activación de tu abdomen; el centro de tu cuerpo, y haz cosas que nunca haces añadirle «picante» a tu práctica.

«Va a rachas» puede ser una buena práctica para cultivar y gestionar las olas de intensidad, generar calor y presentar algún desafío.

El doble filo

Un Invierno en equilibrio tiene que ver con la capacidad de reflexión sin obsesión. Cuando somos incapaces de analizar y huimos de la reflexión estamos tan en desequilibrio como cuando nos obsesionamos con nosotros mismos y vivimos mirándonos el ombligo constantemente.

Cultivemos un sentido de la observación natural que nos sirva para crecer, no que nos estanque o paralice. Que exista voluntad para evolucionar, seguir adelante y aportar valor a nuestras comunidades. La reflexión sin voluntad de asimilar crecimiento o aprender de nosotros mismos, es una reflexión vacía e inútil.

¿Qué puedes hacer para cultivar estas habilidades en tu día a día?

  • Mantén un diario. Si puedes, cada día, dedica unos minutos a reflexionar y repasar tu día. (no te compliques, puedes hacerlo unos minutos antes de dormirte, tumbada en la cama).
  • Establece un objetivo claro para el día siguiente. (puede ser siempre el mismo o variar, escoge algo que te aporte energía y alegría sincera)
  • Pon en práctica la voluntad de sostenerlo.
  • Despiértate cinco o diez minutos antes y mantén el silencio.
  • Haz una actividad al día con plena consciencia; cepillarte los dientes, ducharte, masticar los alimentos, beber el té, vestirte, abrazar o escuchar a alguien…
  • Ten en cuenta las palabras que usas y la energía que empleas en tu día. ¿es realmente necesario decir «a», es realmente necesario hacer «b»?

Con esto puede que se empiece a esclarecer lo que realmente es esencial para ti. Tal vez descubras que puedes soltar peso extra. A lo largo de nuestra vida asumimos roles que no nos hacen necesariamente bien si no que, aunque han servido durante un tiempo, no tenemos porqué mantener.

Hagamos que el invierno nos enseñe a dejar ir, a soltar los andamios que nos construimos a veces y poder deshacernos de pesos accesorios.

La práctica es un espacio donde crear salud y bienestar. Para que nos nutra a nivel físico, mental y emocional es esencial, que observemos nuestros estados anímicos para escoger una práctica que nos aporte en vez de que nos reste.

Que estas herramientas sirvan para reconocer el valor que tenemos, conocer los espacios que queremos crear y la forma en que queremos vivir sin perder nuestra esencia.

1 comentario en “Practicar yoga en Invierno”

  1. Es verdad que esta época de hibernación puede sacarnos un poco de la práctica porque es más cómodo quedarse abrigadito y me identifico con esta sensación en la que estoy trabajando, así que te agradezco muchíiiisimo esta reflexión y las pautas =) no está de más este «toquecito de atención» y ver que no estás sola… y que todos nos distraemos y el reencontrarse también tiene su parte bonita!
    El diario me parece algo básico para saber cómo estamos y qué queremos. Porque nuestro mejor terapeuta somos nosotros mismos y es genial pararse y charlarse un ratito.

    Y es que te sientes taaan bien cuando al final te tiras en la esterilla tras una práctica que no veías el momento de comenzar… ánimo a todos (y a mí misma también =P)

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