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Reflexiones Matutinas

declaracion de intenciones clase yoga con cris online
Declaración de Intenciones. (Clase Online)

Esta mañana me ha despertado el aire frío que en los últimos días está llegando a este lado del mundo. Han llegado las primeras nieves a algunos de los picos de los Pirineos, y aquí en el valle, se nota. He salido a la terraza como hago a diario y he visto que algunas plantas están cambiando de color como si tuviéramos el otoño en casa. He podado las ramas que están acabando sus días, porque sé que así, la planta vivirá unas semanas más, acabando de dar sus frutos.

Esto me ha llevado a un hilo reflexiones de las que soy consciente hace tiempo. Así que ahí van las reflexiones matutinas del día de hoy. Creo que el huerto y la vida tienen muchas cosas en común así que disculpa que empiece con estas ideas para llevarlo a un terreno más personal después.

Antes de plantar hay que escoger la semilla

Puedes seguir leyendo o escuchar la entrada contada por mi con algo más de improvisación e información.

Hay que saber las condiciones y el tiempo que necesita y ver si el clima en el que vives lo va a permitir. Esto puede parecer muy obvio, pero para mi, que vengo de un clima templado en el que se puede plantar todo el año, y que me puede la emoción de plantar, tener que esperar seis meses hasta poder plantar ciertas cosas me frustra.

Ahora vivo en un clima con muchos contrastes. Inviernos muy fríos y veranos muy calurosos. Otoños y primaveras con diferencias de 30 grados entre el día y la noche que hacen que algunas plantas muestren síntomas de estrés.

Luego plantamos la semilla y esperamos a que germine. Esto pueden requerir días o semanas de espera. Una vez han crecido las trasplantamos a macetas más grandes y las vamos viendo crecer. Este proceso puede verse interrumpido por infinitas razones. Las macetas son demasiado pequeñas, la tierra no tiene los nutrientes específicos, plagas, frío, calor excesivo o la semilla nunca llega a germinar. Hay una infinidad de opciones de que algo se entrometa en el proceso que esperabas.

Lo que me hace pensar que…

Apprender en taller de yogaCuando decidimos plantar una semilla, en realidad, estamos viendo los frutos. Miramos una semilla y vemos los tomates que nos comeremos, las lechugas que podremos en nuestro plato, la salsa de pesto que haremos con las hojas de albahaca… Estamos viendo cada semilla como puro potencial, y en ese ideal, todo es siempre fácil, rápido y maravilloso.

La realidad es que cada semilla es muchísimo cuidado. Son horas de observación y de aprendizaje. Son semanas, meses y a veces años de espera. Es aprender a reconocer los síntomas de estrés de la planta, los signos que indican que faltan nutrientes o que hay algún insecto devorando las hojas o las raíces. Son horas de investigación y búsqueda de lo que les sienta bien y lo que no, son litros de agua diarios y sobretodo, mucha paciencia.

Cada semilla es, en realidad, una oportunidad de aprendizaje y

cada obstáculo que se presenta, una posibilidad de ser creativos.

Los frutos no están garantizados, ¿y?

Otro de los aprendizajes en los últimos dos años es que incluso cuando has cuidado y mimado las plantas como mejor podías, los frutos no están garantizados. Sobre todo al principio cuando estás conociendo la zona, el clima y tantas otras cosas más. Pero no por eso dejamos de intentarlo. Eso sería una locura. Si las primeras semillas de brócoli no brotaron, no quiere decir que no pueda volver a intentarlo. Los frutos no están garantizados pero no por eso voy a dejar de plantar. No pierdo la esperanza de que la próxima vez, podrá ir mejor.

Cuando vemos una semilla pensamos directamente en el fruto que sacaremos de ella, y en realidad, hay mucho más en el proceso que en el producto final. El aprendizaje que recibo con ellas lo podré usar en el futuro al plantar otras semillas y así, esa semilla tiene un valor añadido que no se ve a simple vista.

Reconocer las semillas que plantamos

Abriendo Vias clases online
Abriendo Vias.  (Clases Online)

Hablando de semillas y de huertos parece todo más sencillo. Pero en la vida pasa lo mismo. Cada pensamiento, cada idea que tenemos o cada sueño que queremos crear es una semilla.

Son puro potencial cuando están en el mundo de las ideas, pero llevarlas a la realidad tangible para que creen sus frutos, a veces cuesta. Estas semillas pueden tener muchas formas:

  • Podemos tener sueños o anhelos de crear algo, emprender un proyecto como te cuento aquí.
  • Establecer un hábito o rutina diaria que nos haga bien física y emocionalmente. (Descubre aquí el beneficio del movimiento)
  • Cambiar un aspecto de la forma en que nos relacionamos con el mundo o con nosotros mismos.
  • Hacer nuevas amistades.
  • Conseguir una relación más asertiva con nuestros seres queridos o nuestros compañeros de trabajo.
  • Movernos 20 minutos al día de manera consciente, empezar meditación, alejarnos de las redes sociales…

A veces, estas iniciativas que nos proponemos, igual que cualquier otra semilla, las plantamos en terreno hostil. Una tierra llena de dudas y de miedos que impiden que germinen y antes de empezar, ya han acabado. Otras veces nos agotamos cuando llegan dificultades o el fruto tarda en llegar. Perdemos energía, nos frustramos y abandonamos.

Manos a la obra

Cada proyecto que queramos realizar, cada nuevo hábito, requiere que pongamos de nuestra parte. Hay muchas frases que se oyen hoy en día que pueden ayudarnos en cierto modo, pero limitarnos en otro. Nadie esperaría que por poner una semilla de guisante en la tierra, pasado mañana tengamos guisantes para cenar.

Es importante que nos sentemos con nuestro sentimiento a menudo. En silencio y escuchemos. Que seamos conscientes de la energía que tenemos para llevar ese proyecto a cabo. Que reconozcamos la energía con la que estaremos nutriendo esa semilla.

Es útil que volvamos a recordar por qué decidimos crear lo que nos propusimos en un inicio y pongamos los pasos en marcha para que eso vaya creciendo. Igual que regamos las plantas a diario, igual que las observamos si se muestras síntomas de estrés, tenemos que ser capaces de identificar esos signos y revisar cuales son las condiciones que estamos dando a esa semilla que queremos que crezca.

Practicar en AsonQue si en algún momento pensamos que lo tenemos todo bajo control es posible que haya contratiempos que hagan tambalear de nuevo el suelo que pisamos. En esos momentos hay que mantener la calma, darnos cobijo, y volver a sentarnos con nosotras mismas.

Por último, hay que distraerse y recordar jugar de vez en cuando. Si estamos encima de nuestra semilla constantemente, no veremos los cambios microscópicos que ocurren a nivel molecular. Todo necesita tiempo de maduración y hay veces que tenemos que soltar las riendas y dejar que ocurra a su tiempo. Ese es el instante para nutrirnos de otras cosas y de ser pacientes.

Si has escuchado el audio sabrás cuáles son mis semillas y mis síntomas de estrés. Si quieres, comparte las tuyas en la sección de comentarios. Me encantará leerlas y seguro que otras personas se sienten apoyadas por tu compartir.

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